Como muchos sectores el cambio radical y cambio de paradigma para este sector será indispensable. Aunque ya para muchos países la industria del bienestar se consideraba un lujo, la necesidad de la salud como prioridad trastocará las decisiones de las personas y revertirá esa percepción, pues se considerará una prioridad que irá siendo acompañada no solo de un cambio de hábitos, si no de todo un nuevo estilo de vida que va desde una sana alimentación, una conservación del cuerpo mediante el ejercicio constante y por supuesto, una serie de pausas a lo largo del día para poder recuperar la paz mental ganada en el confinamiento.
Aunado a ello, la comprensión de que consumir alimentos y suplementos naturales de orígenes orgánicos y responsables, se consideran ahora la mejor medicina a falta del esparcimiento de los viajes y las terapias alternativas que tendrán que diversificarse, reinventarse y sobre todo adaptarse a las nuevas disposiciones de sanitarias y a las medidas estrictas para generar la confianza a mediano plazo para los consumidores.
Esta recesión a un corto plazo, también nos hará plantearnos cambiar el enfoque de las terapias y trabajar el cuerpo de una manera más holística (cuerpo mente y alma), con terapias de prevención de las enfermedades y mayor especialización.
Se tomará "más conciencia de las cosas sencillas, del tiempo, de cuidarse, de recrearse en sí y redescubrirse", un cambio que podría ser muy beneficioso para esta actividad.
Según los expertos, el cambio más poderoso vendrá en la forma de venderlo a la sociedad pues probablemente, entraremos en una recesión que durará unos cuantos años aunque, lo básico del wellness está establecido desde hace miles de años, la depuración interna del ser humano era necesaria y hoy es una obligación.